Las experiencias traumáticas vividas durante la infancia, desde la mirada de la Teoría del Vínculo Afectivo (Attachment Theory) de John Bowlby, pueden incidir en la aparición de psicopatología durante la vida adulta. De acuerdo con Marrone et al. (2001), son consideradas experiencias potencialmente traumáticas los eventos como desastres naturales, los que son consecuencia de causas tecnológicas como accidentes aéreos, marítimos, o nucleares, también separaciones de los padres por circunstancias diversas como movimientos migratorios, el internamiento en prisión, o los acontecimientos relacionados con la salud, como la muerte de un ser querido, amputaciones o estancias hospitalarias. También son potencialmente traumáticas las experiencias de pérdida y duelo. Estos hechos susceptibles de afectar a la salud mental de una persona son, sin embargo, diferentes de lo que llamamos el trauma complejo. Éste acontece cuando la desprotección que un ser humano siente es causada por los propios padres que han sido constitutivos por el niño como figuras de apego protectoras. Entran, en este capítulo, las formas de abuso y los diferentes tipos de maltrato.

La Teoría de la Agarre o del Vínculo Afectivo estudia en profundidad las experiencias de trauma infantil, y más en concreto el trauma sufrido en el marco de la relación con las figuras de apego parentales durante esta etapa, es decir, el trauma complejo. En este sentido, de acuerdo con Marrone et al. (2001), los efectos más severos producidos por situaciones traumáticas son aquellos generados por el ser humano, y más en particular para una figura de apego durante la infancia. De acuerdo con Sadurní (2011), el trauma infantil causado por las figuras de apego protectoras tiene muchas probabilidades de afectar a la salud mental, generando patología, o incidiendo en la creación de un modelo operativo interno inseguro o sistema de apego inseguro del futuro adulto.

Un modelo operativo interno seguro, o estilo de apego seguro, conlleva la capacidad para desarrollar relaciones confiadas y sanas, basadas en la confianza en uno mismo y las propias capacidades para desenvolverse en el entorno. Un modelo operativo inseguro, o estilo de apego inseguro, se caracteriza por la dificultad para establecer relaciones confiadas y sanas, y la inseguridad respecto de las propias capacidades para desenvolverse en el medio. Además, es frecuente, como veremos, que las personas que han desarrollado un modelo operativo interno inseguro, experimenten también trastornos psicopatológicos.

Así, la Teoría del Apego o el Vínculo Afectivo estudia, entre otros, la relación entre las experiencias traumáticas vividas durante la infancia, la psicopatología y el estilo de apego desarrollado. Lorenzini y Fonagy (2014) mencionan la correlación entre los modelos operativos inseguros y algunos trastornos de la personalidad. De hecho, los trastornos de la personalidad difícilmente estarán presentes entre personas que han desarrollado un modelo operativo interno seguro, dado que, al haber confiado en sus figuras de apego primarias, perciben el ambiente como poco amenazante y, por tanto, no han tenido la necesidad de utilizar mecanismos de defensa excesivos, presentes en los trastornos de la personalidad.

En cambio, las experiencias potencialmente traumáticas vividas en el marco de la relación con las figuras de apego primarias pueden incidir no sólo en un estilo de apego inseguro, sino también en trastornos de la personalidad. En este sentido, Lorenzini y Fonagy (2014) señalan que:

Pacientes con trastornos de la personalidad presentan altos índices de trauma infantil (73% reporta abuso, del cual 34% se abuso sexual, y un 82% relata negligencia). En comparaciones con adultos sanos, pacientes con trastornos de la personalidad Tienen una Probabilidad 4 veces mayor de haber sufrido traumas durante la infancia (Johnson et al. 1999). El abuso físico en la infancia aumenta el Merkel de sufrir trastornos de la personalidad antisocial, límite, pasivo-agresiva, esquizoide y por dependencia (McGauley et al. 2011). Negligencia durante la infancia se asocia al Merkel de desarrollar trastornos de la personalidad antisocial, límite, narcisista, pasivo-agresiva y por evitación (Batlle et al., 2004; Bennet, 2005; Johnson et al., 1999).

Por otra parte, la relación entre trauma, vínculos operativos internos inseguros y psicopatología no se limita sólo a los trastornos de la personalidad. Marrone et al. (2001) señalan que los traumas en las relaciones de apego pueden hacer a las personas más vulnerables a desarrollar diversos síndromes psiquiátricos, como el trastorno de estrés postraumático, el dolor somático crónico, la depresión, los trastornos alimentarios, la dependencia a los fármacos, así como los trastornos disociativos.

En cambio, el desarrollo de la resiliencia es un factor de protección frente al desarrollo de los trastornos psicopatológicos. El desarrollo de la capacidad de resiliencia depende sobre todo de la seguridad del apego en los años de infancia y de adolescencia. Por otra parte, la resiliencia se puede también cultivar durante la vida adulta, sea el modelo operativo interno de la persona seguro o inseguro.

En cuanto al tratamiento que se da a la psicopatología a la Teoría del Vínculo Afectivo, esta integra aspectos biológicos con los psicosociales. Así, si se toman en consideración trastornos mentales particularmente graves, como la esquizofrenia, que tradicionalmente se ha considerado causada por factores exclusivamente endógenos. Marrone et al. (2001) señala que esta visión es probablemente demasiado simplista, y que el desarrollo de este trastorno se explica, si acaso, por la presencia de ambos factores. Por un lado, la predisposición genética. Por otro, la presencia de relaciones familiares disfuncionales.

En este sentido, y en relación a este último punto mencionado en cuanto las posibles causas del desarrollo de la esquizofrenia, comprobamos que la visión que la Teoría del Vínculo Afectivo tiene sobre la etiología de la psicopatología presenta la especificidad que considera que esta se debe a una combinación de factores biológicos y de psico-sociales. Así, la Teoría del Vínculo Afectivo, en lo que toca a la psicopatología y su tratamiento, puede hacer de puente entre la psiquiatría biológica o biologicista y la psiquiatría psicodinámica, en la medida que, aunque considera que en determinados trastornos el tratamiento farmacológico es inevitable, también sostiene que sólo con este tipo de tratamiento y sin realizar psicoterapia no se puede producir una reorganización de los modelos operativos internos ni el desarrollo de la capacidad reflexiva.

De acuerdo con Main (2001), la capacidad para ayudar a través de la psicoterapia a los pacientes respecto de sus propias biografías de apego, puede constituir un factor protector y aportar cambios positivos en la vida del sujeto que ha desarrollado un apego inseguro y / o dificultades clínicas.

Para poder hacer efectivo este factor protector y aportar cambios positivos en la vida de la persona que experimenta un modelo operativo inseguro y / o dificultades clínicas mediante el vínculo psicoterapéutico, a nivel práctico y concreto, la Teoría del Apego o del Vínculo afectivo propone un tipo de intervención que, metodológicamente, según Marrone et al. (2001) consiste en «1) Obtener, modificar y integrar modelos operativas internos de uno mismo y de los otros significativos, y 2) promoviendo el pensamiento reflexivo» (p. 413). Con el fin de hacer posible lo anterior, en el marco de un tratamiento basado en la Teoría del Vínculo Afectivo, de acuerdo con Sadurní (2.019), es recomendable que este incluya los siguientes principios o aspectos a tratar:

1. Establecimiento de un espacio terapéutico que ofrezca una base segura.

2. Exploración de la demanda del paciente y sus relaciones afectivas en su vida actual.

3. Ayudar al paciente a explorar qué expectativas tiene sobre la conducta de los demás, las respuestas afectivas que espera encontrar en los demás (y si se puede incluir también la relación que está estableciendo con el terapeuta).

4. Explorar las experiencias de apego vividas a lo largo de la infancia y adolescencia y cómo le han afectado.

5. Relacionar las experiencias de apego vividas con las dificultades afectivas de su presente. Identificación del modelo operativo interno que ha construido en el pasado y cómo influyen en las reacciones y conducta del presente.

6. Fomentar la conciencia reflexiva sobre este modelo de funcionamiento y promover cambios en su vida presente.

7. Trabajar de manera más focalizada el trauma (en caso de que las pruebas hayan diagnosticado un trastorno post traumático o un trauma complejo).

8. Trabajar con el paciente la conciencia sobre los pasos realizados y los cambios efectuados.

9. Preparación para la finalización de la terapia de manera gradual separando las sesiones en el tiempo y viendo como el paciente puede tolerar sin desorganizarse de nuevo la ausencia del terapeuta.

Es en este marco, que se puede generar un vínculo terapéutico desde el cual sanar traumas, tratar psicopatología, y re elaborar modelos operativos internos de forma que los elementos seguros tomen protagonismo respecto de los inseguros, potenciando así, que la vida de la persona pueda ser más plena y satisfactoria.

Referencias Bibliográficas:

Lorenzini, N., & Fonagy, P. (2014). Apego y trastornos de la personalidad: breve revisión. Revista de Psicoanalisis y Psicoterapia2, 1-44.

Main, M. (2001). Las categorías organizadas del apego en el infante, en el niño, y en el adulto: Atención flexible versus inflexible bajo estrés relacionado con el apego. Aperturas psicoanalíticas8.

Marrone, M., Diamond, N., Juri, L., & Bleichmar, H. (2001). La teoría del apego: un enfoque actual. Madrid: Psimática. 

Sadurní, M. (2011). Vincle afectiu i desenvolupament humà. Barcelona: Editorial UOC.

Trauma, psicopatología y psicoterapia basada en la Teoría del Vínculo Afectivo (Attachment Theory) de John Bowlby.